…partos en domicilio, en dignidad, en respeto, en libertad, sin miedo, sin presión, sin peligros, sin dolor!

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¿Qué es el parto?

Por Consuelo Ruiz Vélez-Frías, Comadrona

¿Es una maldición divina? ¿Es una terrible y peligrosa enfermedad? ¿es una función fisiológica imperfecta, humillante, de orden inferior?

Si alguien saliera un buen día a la calle, casete en mano, preguntando a la gente ¿qué es el parto? la respuesta seria casi unánime: El parto es una cosa terrible, un mal momento con mucho dolor y gran peligro? ¡Menos mal que la Ciencia, a base de drogas, aparatos, intervenciones y anestesias, lo va mejorando!

Pero si se insistiera en preguntar: ¿En que consiste realmente el parto? Se obtendría la popular respuesta: No sabe/ No contesta.

En la civilización actual, la humanidad ha perdido la costumbre de pensar, de indagar, de intentar descubrir él» ¿por qué?» Y «¿para qué?» De las cosas, suponiendo que ya no hace falta hacerlo, que nos lo dan todo pensado de antemano.

Las maquinas han conquistado el mundo, nos han convertido en sus esclavos. Por eso no es extraño que la mayoría de las gentes no sepan lo que es un parto, que se tenga la idea de que, como la colada o el fregado de los platos, es un engorroso quehacer que antes ejecutaban las mujeres, pero que ahora se hace a maquina. La embarazada llega al hospital el día fijado para ello, la enchufan a gomas y cables y no tiene necesidad, ni quiere, enterarse de nada.

Si alguna tuviera la osadía y el descaro de preguntar: ¿Que drogas me meten en la sangre o en el raquis y para qué? ¿En que consiste el monitor y como funciona? ¿Cuales son sus ventajas e inconvenientes? ¿Qué es y como funciona la anestesia epidural? La respuesta seria con toda seguridad: Usted no tiene porque saber nada de nada. Para eso estamos nosotros, no intente pensar ni razonar, limítese a entregarse ciega y totalmente a quienes van a salvar su vida y la de su hijo y no pregunte como.

Aunque lo más probable es que, asustada, intimidada, por lo tremendo del trance, no se atreva a preguntar nada.

Yo creo que cada ser humano tiene capacidad de pensar y razonar; y, por tanto, derecho a preguntar y ser informado de la pura y escueta verdad, sin mentiras, falsedades ni exageraciones, sobre todo, en asunto tan importante para una mujer como el propio parto en el que, lógicamente, debería ser parte activa e informada.

¿Y que es verdaderamente el parto? He dedicado toda mi vida a este estudio (publiqué el primer libro en español, con él titulo: «El parto sin dolor»), me hice matrona, no para ganarme la vida, sino para poder investigar porqué era la única función fisiológica que en estado de salud dolía.

A mi juicio el parto es la parte más fácil y breve del largo y complicadísimo proceso de reproducción vivípara y como tal proceso esta contenido en la actividad universal del Cosmos, con la misma categoría que el movimiento de galaxias y sistemas. Sin duda hay un programa, un plan que rige el Universo y la repoblación de la Tierra, por medio del nacimiento de seres nuevos. Esto debe, por fuerza, estar incluido en el plan.

El embarazo y el parto se producen por una fuerza vital, invisible e inodora, la misma fuerza que hace girar la Tierra y trasladarse por su órbita alrededor del Sol, la misma que hace que las células de los cuerpos vivos se multipliquen y que determinadas de ellas, los «gametos», sean capaces de transformarse en «ovocitos» y «espermatocios» que, debidamente desarrollados y madurados, originaran, al fundirse, el «cigoto», la primera célula de un nuevo ser que posee la fuerza vital suficiente para convertirse en embrión, feto y niñ@, sin más intervención ajena que el aporte automático de los materiales de que se compone el organismo a través de la sangre de la madre contenida en la placenta.

El embarazo es la parte más difícil de la procreación y el cuerpo de la mujer lo lleva a cabo sin intervención ajena, una vez formado el cigoto que se desarrolla y crece de forma absolutamente espontánea.

¿Abandona la fuerza vital a la mujer en la última fase de la función? ¿O se la somete, innecesariamente en muchos casos, a una injerencia extraña, inútil y posiblemente perjudicial?

Consuelo Ruiz Velez- Frias
Firmó este artículo con el ofrecimiento: «En mi calidad de vieja comadrona, con una buena formación y muchos años de practica, ofrezco responder, a las preguntas que quieran hacerme».

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PARIR SIN MIEDO.

El legado de Consuelo Ruiz Vélez-Frías


El dolor ha sido creado e institucionalizado por la ignorancia,
y se mantiene porque constituye un formidable instrumento de poder.

Me voy a morir con la sensación de haber fracasado, de haber desperdiciado mi vida, de no haber sido comprendida por mis contemporáneos. Me he esforzado en explicar lo que creo y pienso de la forma más clara y sencilla posible, pero ha sido como si hablase otra lengua, como si perteneciese a un mundo distinto.
Cuando, haciendo prácticas de obstetricia tuve ocasión de presenciar partos, me quedé horrorizada, me pareció que la manera en que éste se llevaba a cabo era indigna de seres racionales. Jamás había pensado ser matrona, pero a la vista del parto sentí algo así como lo que debió sentir San Pablo cuando se cayó del caballo, camino de Damasco, una especie de mandato urgente, de que lo abandonase todo y me dedicase exclusivamente a asistir el parto mejor, a socorrer con urgencia a aquellas pobres e ignorantes mujeres, víctimas de una injusticia social que había convertido en dolorosa, temida, denigrante y, en ocasiones, vergonzosa, la función más hermosa del organismo femenino: el acto de parir.

«Parir Sin Miedo»

Consuelo Ruiz Vélez-Frías

Ed. Obstare.  252 Pgs. 16,95€

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¿Quien fue Consuelo Ruiz?

Consuelo Ruiz Vélez-Frías nació en Madrid en 1914 y falleció a los 91 años, una matrona rebelde y luchadora, que defendió con uñas y dientes la libertad, la dignidad y la democracia de las mujeres hasta el final de sus días.
Consuelo fue la primera en hablar de «parto sin dolor» en España, y en editar un libro sobre el tema, en 1955. Su gran proyecto profesional ha sido el de humanizar y embellecer el parto. Después de su propia cesárea (de la que nació su hija Amaya), descubrió que el acto de dar a luz carecía de la dignidad que merecía. Durante más de 60 años, estuvo debatiendo sobre el tema, y dejó un gran legado de escritos de sus experiencias relacionadas con el parto y el nacimiento. Divulgó y aplicó sus teorías tanto en Escuelas de Matronas, como en el campo de la Enfermería y la Medicina, además de ofrecer su inestimable ayuda a los padres deseosos de ser conscientes de la importancia de la vida natal (uterina), el parto-nacimiento y la crianza de un ser humano. En su libro Las Matronas, una profesión ancestral basada en el amor, Consuelo comenta ampliamente la profesión de matrona, en la que ha puesto todo su esfuerzo y amor a lo largo de una vida intensa, llena de emociones y, sobre todo, muy valiente.

A los 84 años publicó su «Cartilla para aprender a dar a Luz», a los 90, aún asistía partos en domicilio, en dignidad, en respeto, en libertad, sin miedo, sin presión, sin peligros, sin dolor!

Seguía de cerca todo lo que acontecía en las asociaciones, como la «Plataforma pro Derechos del nacimiento» y la Asociación «Nacer en Casa» , de las cuales era Presidenta de Honor, en la Asociación «El Parto es Nuestro», en el «Colegio de Matronas»…fue conferenciante, destacándose en su decir y hacer. Mujer y matrona sabia y de decisiones simples y beneficiosa.

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Carta abierta al ginecólogo del siglo XXI

Consuelo Ruíz Vélez-Frías


Consuelo Ruíz Vélez-Frías

Estimado Doctor,

Ante todo, disculpe, por favor, la osadía de enviarle esta carta, soy una anciana hemipléjica y enferma, esperando, de un día a otro, la muerte y no puedo por menos de comunicarle una experiencia mía, con el deseo de que haga la prueda que le propongo y de que le resulte positiva.

Hace muchos años, exactamente en 1945, tuve que sacar el título de practicante en medicina para poner inyecciones a mi única hija enferma, porque no podía pagar a uno que lo hiciera. Para poder presentarme a examen en la Facultad de Medicina de Madrid, tuve que obtener un certificado de Prácticas de Obstetricia, en la antigua Maternidad Provincial de Madrid.

Yo tenía del Parto una idea muy diferente, porque, cuando iba a nacer mi hermano, mi madre me había explicado el embarazo y el parto, de la manera más verídica y sensata que tal cosa se puede explicar. En la niñez, mi hermana y yo nos divertíamos, viendo parir a la gata, más tarde, ya a punto de cumplir dieciseis años, vi parir a la madrastra, mientras mi padre iba en busca de la comadrona y tanto la gata como la madrastra, parieron sin dar muestras de dolor.

No tuve ocasión de presenciar más partos. Solamente tuve una hija y su nacimiento fue por intervención cesárea a causa de estenosis pélvica, con lo que me quedé sin saber lo que era, realmente un parto y, a consecuencia de mi ignorancia, lo que ví y aprendí en la Maternidad me sumió en una gran confusión y decidí hacerme comadrona para poder estudiar concienzudamente el parto, tratando de descubrir por qué dolía la última fase (únicamente aquella), cuando las demás fases del largo y complicado proceso de la reproducción vivípara son siempre indoloras y también lo son las demás funciones fisiológicas, si se ejecutan por un organismo sano y normal.

Desde 1945 llevo estudiando esta cuestión. Gané, por oposición, una plaza como matrona de la Beneficencia Municipal de Madrid, sin más meta que la de poder estudiar el parto, en toda su profundidad. Viajé, cuanto pude a Congresos y Cursos, con la misma intención y trabajé, como comadrona, no sólo en España, aprendiendo siempre algo de cada parto que asistía o presenciaba, comprobando en la práctica lo que leía en los libros.

En 1955, tuve ocasión de asistir a un curso, en París, sobre la Psicoprofilaxis del Dolor en el Parto, que daban los doctores Lamaze,Velay y Bourrel.

En ese curso se afirmaba que las contracciones uterinas dolían debido a la existencia de un reflejo condicionado negativo que, además del dolor, provoca miedo y resistencia a la función, por parte de la mujer.

Me pareció esta explicación del dolor en el parto mucho más admisible que la bíblica y quise comprobar si era verdad. Yo ya había observado, antes del curso que el talante y la educación de la embarazada tenían una gran influencia en el desarrollo del parto y, desde 1955 empecé a practicar una preparación que consiste en enseñar a las embarazadas en qué consiste el embarazo y el parto, comparándolo con otras funciones fisiológicas, para intentar que la mujer lo admita como lo que, verdaderamente es, así como instruirlas sobre la parte activa y voluntaria que, tanto en el embarazo como en el parto, deben asumir.

Esta preparación fue rechazada, argumentando que el descubridor de la formación, en el córtex cerebral de reflejos condicionados fue un fisiologo ruso a quién le fue concedido, por ello, el premio Nobel en 1904 y que los españoles no querían de los rusos, ni el parto sin dolor.

Yo no sé cuales fueron los verdaderos motivos del rechazo, pero si que me costó tener que salir de España porque me expulsaron de todos los puestos de trabajo en los que había sido asumida «a dedo» que eran todos menos el del Ayuntamiento, cuyo sueldo no bastaba para cubrir mis necesidades.

En cuanto pude, regresé a España e intenté volver a trabajar como matrona, sin poderlo conseguir, más que en la plaza que tenía por oposición, pero en los años de exilio había aprendido idiomas y ello me sirvió para ganarme la vida como secretaria y seguir preparando embarazadas y asistiendo partos, como distracción, sin cobrar nada.

En 1976, en la nueva Maternidad Provincial de Madrid, dotada de todos los adelantos modernos, se celebró un «Cursillo de actualización obstétrica para matronas», en el cual, llena de ilusión, me apresuré a inscribirme y en el que intenté, en vano, hacer razonar a profesores y alumnas de que lo que se intentaba era un disparate, en todos los sentidos.

Tan antiguas como el parto, son la respiración, la digestión y la circulación de la sangre y a nadie, en su sano juicio, se le ocurre «dirigirlas», cuando funcionan normalmente.. De lo que la ciencia médica se ocupa es de reconducirlas a la normalidad, si ésta está alterada.

Durante aquel cursillo me pellizcaba los muslos para cerciorarme de que no era una pesadilla, de que estaba despierta, el doctor Caballero Gordo, a quien había conocido, muchos años atrás en la Maternidad de Mesón de Paredes, estaba presentando el «Parto Dirigido, en sustitución del parto normal» .

Después de aquel curso y hasta la fecha, el «Parto dirigido» se ha impuesto en los hospitales, yo he seguido y sigo, preparando psicológicamente a embarazadas, de las que una exigua minoría, se deciden a dar a luz en sus casas, considerando el parto como una función normal, pero la mayoría tienen miedo, acaban por ir al hospital donde, donde el trabajo que hice, preparándolas, se desploma, como un castillo de naipes. Quisiera que, algún obstetra se atreviera a probar un sistema de asistir partos que me ha dado muy buenos resultados durante muchos años y de los que puedo presentarle testimonios recientes. Consiste en concienciar a la mujer de que el parto es una función fisiológica exenta de peligro, dejar que el parto empiece por sí solo y que se desarrolle a su ritmo, respetando sus fases de descanso, entre períodos, sin impaciencia porque termine.

El único artíficio que yo empleaba en el parto era el estetóscopo de Pinard y éste me bastaba para seguir, con toda eficacia, el desarrollo del parto, sin necesidad de tactos vaginales, muy dolorosos para la mujer y no completamente exentos de peligro.

Aprendí la evolución del parto, en buenos y detallados Tratados de Obstetricia, comprobé que lo que decían era verdad, que en el organismo existe un ritmo, un programa, un proyecto a desarrollar, por una fuerza calculada al milímetro y al segundo y que no hay más que dejarla actuar, que con cualquier intervención, lo único que se consigue es perturbar el ritmo natural de la función. Aprendí que la colocación del feto, imprescindible para su salida, y la dilatación del cérvix, si no se interfiere, suelen ser simultáneas y el estetóscopo me servía no sólo para controlas el ritmo cardiaco del feto, sino también su cambio de posición con respecto al abdomen materno, debido a los movimientos de rotación del feto y al descenso de la presentación a los diversos planos de la pelvis.

Nunca presté atención a las dimensiones de la dilatación cervical, no tienen la importancia que se les suele dar. El verdadero problema en el parto consiste en la adaptación del feto al canal pélvico de la madre, que se suele hacer despacio y felizmente, a menos que la actitud de la parturiente, su miedo, su impaciencia, su falta de confianza en sí misma y en quién la asiste, no desencadene una anormal resistencia que impida el desarrollo de la función.

Nunca tuve necesidad de plantearme si la dilatación estaba completa o no, porque cuando ello ocurre, los signos que lo avisan son tan claros, tan convincentes. entre ellos, la formación del canal blando del parto, que no hay el menor peligro de que la cabeza fetal se desprenda de repente. El parto se efectúa siempre, despacio, lenta y suavemente, tengo la suficiente experiencia como para asegurar que es así.

Quisiera que los obstetras del Siglo XXI, probaran a ver si la mujer, sana e informada es capaz de parir con la misma tranquilidad y eficacia que ejecuta las demás funciones fisiológicas. Por probar nada se pierde, no se trata más que de tener paciencia y confianza en que la Naturaleza es capaz de cumplir su cometido sin necesidad de ser reemplazada y la mujer del Siglo XXI, a la que tanto se la consiente en otros terrenos, merece que se la deje parir, que se la consienta cumplir una función normal porque la creo, verdaderamente capaz de ello. No se trata de volver a tiempos pasados, ya lejanos, ahora la mujer sabe hacer muchas cosas para las que no se la creía capacitada, en el tiempo actual, la mujer debe saber parir, como sabe hacer la digestión sin ayudas.

No quisiera haberle ofendido con esta carta, he dedicado mi vida a estudiar el parto, creo que sé muy bien en qué consiste y este conocimiento mío no quiero llevármelo a la tumba, mientras las mujeres y los fetos sufren una enfermedad artificial, una forma de parir peor de la que la Naturaleza les había preparado.


Consuelo Ruíz Vélez-Frías (España) es Matrona Jubilada de la Beneficencia Municipal. Pionera de la Preparación Psicoprofiláctica del Dolor en el Parto (autora del primer libro publicado en España sobre este tema). Presidenta Honoraria de la Asociación Nacer en casa

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es preciso cambiar la forma de nacer».
Michel Odent



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…en Alwari:

…parí en casa porque soy una salvaje…

Un comentario sobre “…partos en domicilio, en dignidad, en respeto, en libertad, sin miedo, sin presión, sin peligros, sin dolor!

  1. Aunque muchos digan que el parto es una cosa terrible, yo puedo decir por mi experiencia que si uno se prepara, el parto no es tan doloroso, Con Sophia mi primera hija tuve dolores muy fuertes que pense no soportaria… pero con mi segunda bebe (Isabella) me prepare mejor y los dolores fueron mas soportables, ahora con Manuella en camino tome la guia «los 4 secretos de un parto sin dolor» nuevamente… estoy tan segura que funciona que realice una revision del libro en mi sitio web MamasVIP.com

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